A TODO O NADA
El amor por el que Rocío Jurado arriesgó su vida pero al que jamás se atrevió a renunciar
Durante el franquismo, a la más grande le costaban muchas cosas.Si repasamos la historia de España podemos darnos cuenta que los artistas probablemente fueron quienes más han sufrido durante la temida dictadura militar, Rocío Jurado no era una persona a la que la vida pudiera atar fácilmente y a pesar de todo jamás renunciaría a subirse a un escenario.
Rocío Jurado comenzó desde muy joven, sin miedo a nada y enfrentando a una sociedad que en más de una ocasión quiso hablar mal de ella. Primero convenció a todo su pueblo de Chipiona de que era una de las mejores voces, más adelante probó suerte en Madrid, y aunque hoy no lo parezca en ese momento nada era color de rosas.
Justamente, en más de una oportunidad la más grande tuvo que esconderse en las covachas de las escaleras de los bares para que los inspectores no la vieran puesto que de lo contrario la llevarían presa. En ese momento no era mayor de edad, por lo que una menor no podía estar dando un espectáculo en un lugar donde vendieran bebidas alcohólicas.
Por supuesto que en estas aventuras de sus primeros pasos Rocío Jurado no estaba sola, siempre la acompañaba su madre, aunque estos episodios le helaban la sangre en más de una ocasión por miedo a que las descubrieran.
A Rocío Jurado no le costó demasiado comenzar su carrera artística ni volverse famosa, tenía carisma y una voz privilegiada. Su mayor problema fue que su padre la dejase salir al mundo, pero lo consiguió con la famosa huelga de hambre de siete días que terminó por llevarla a Madrid.
Me dieron un tríptico que me dejaban cantar en teatros y cosas así pero no me dejaban en lugar donde se consumiese bebida alcohólica y entonces no tuve más remedio que anunciarme solamente como "Rocío", no me dejaban ponerme ni apellido ni nada para que no me pudiesen controlar.