La hazaña que consiguió Julio Iglesias para opacar al Puma Rodríguez y salirse con la suya

Como cada febrero se celebran los memorables festivales de Viña del Mar. Este año, por motivos de la pandemia, el espectáculo tendrá que suspenderse por primera vez en su historia. Fue en 1960 cuando un grupo de artistas y músicos empezaron con este evento que hoy, ya es parte de la tradición en la música latina.

Grandes figuras del espectáculo estaban invitadas al banquete de fanáticos. Entre ellos, siempre presente, Julio Iglesias. Pero el cantante no estaba solo. Generalmente en las noches que él tenía que cantar, curiosamente siempre estaba el Puma Rodríguez.

Ambos eran muy contrastantes. Por un lado, el señor que cruzó el océano, europeo y con trajes muy elegantes. Tenía un bronceado envidiable y sus canciones hacían enamorar a cualquier aséptico.

Del otro costado del ring estaba en Puma Rodríguez, venezolano, podríamos decir “de la casa”. Cuasi anfitrión, la voz del pueblo. Sus canciones tenían un sentido popular y barrial, sus ritmos eran costeros y la gente lo bailaba sin parar durante toda la noche.

Estamos describiendo dos caras de la misma moneda. Los egos profesionales estaban a la orden del día cuando Julio Iglesias y el Puma Rodríguez se enfrentaban cara a cara. Pero se peleaban solo por el segundo puesto, el primero ya estaba ocupado por Camilo Sesto.

Los celos creían aún más todavía. La batalla final sucedió cuando fue el momento del saludo final, durante el festival de 1981. Ya el intérprete de “Vivir así es morir de amor” se había llevado el puesto número uno en el ranking de aplausos y ovaciones. Pero quedaba disponible aun el puesto dos, y solo el saludo final podía acaparar esa cantidad de aplausos necesaria para saciar la sed del ego.

El Puma y Julio Iglesias, codo a codo, esperando a que el otro se distraiga para tomar ventaja y salir. Pero quien tuvo la inteligencia para meterse en el baile de caderas y protagonizar unas muecas causando la risa y el aplauso de toda la tribuna fue el cantante español.

Julio Iglesias gano en glamour, bronceado, romanticismo y en coronarse como el segundo más aplaudido de la noche de Viña del Mar 1981. Ese competitivo empedernido es, fue y será nuestro querido cantante.