Nadie podría decir jamás que Iñaki Urdangarin (55 años) tiene una vida fácil. Probablemente sí tiene resulto el aspecto económico, pero ya se sabe que eso no es todo lo que importa. Además, últimamente eso también es algo que podría perder. Vivir junto a la Infanta Cristina (57 años) le ha traído aparejadas muchas alegrías, pero también más de un dolor de cabeza.

Desde que el exdeportista salió de prisión, solo ha tenido una idea en mente: encontrar un trabajo que le permita vivir sin depender de nadie. Hasta ahora no lo ha conseguido y, según su abogado, esa es su principal preocupación. También, desde ese momento vive con su madre, quien siempre lo ha apoyado, aunque no de una manera ciega.

Claire Liebaert es la madre del oriundo de Zumarraga. El vínculo entre madre e hijo es excepcional y la prueba está en que ella le permitiera volver a su hogar en el peor momento de su vida, cuando todo el mundo sentía vergüenza de estar a su lado. Sin embargo, en las últimas horas, el portal “El nacional.cat” ha desvelado un aspecto que nadie conocía de esa relación.

La persona que no aprueba los últimos movimientos de Iñaki Urdangarin

Según ha informado el citado medio, la madre de Iñaki Urdangarin no le perdona la traición a la Infanta Cristina. Y no solo eso, sino que no aprueba la presencia de Ainhoa Armentia en su vida. Claire Liebaert veía a la madre de Irene como a una hija, de modo que nunca aprobó que su hijo la dejara, mucho menos que lo hiciera mediante una deslealtad que la dejó en ridículo frente a todo el mundo.

En este aspecto, Claire coincide con sus nietos, quienes tampoco han aceptado aún a Ainhoa. Si bien no se han apartado de su padre, si tuviesen que escoger un bando, se quedarían del lado de la Infanta Cristina. Iñaki, de algún modo, también los ha defraudado a ellos al enamorarse de otra mujer y al no haberlo comunicado como una persona responsable lo haría. Definitivamente, el exbalonmano tiene rivales muy cerca.

En la mira de todos

A esta altura de las circunstancias, es muy probable que Iñaki Urdangarin se haya acostumbrado a la mirada ajena. Ya sea que lo quiera o no, sus elecciones de vida lo han llevado a ese sitio, aunque no parece estar a gusto como el objeto de todo tipo de análisis.